lunes, 3 de agosto de 2015

Elegancia Emocional


El fin de semana ha sido intenso…hay que decir adiós a algunas de las personas que nos rodean, por un tiempo…a familiares, amigos, al hogar o a los vecinos…una semana, quince días, un mes de ausencias...idas más que venidas…maletas a punto de reventar y unas ganas locas de marcharse a todo correr para aprovechar las vacaciones…eso para quien las pueda disfrutar, por fin. También quedan algunos que no tienen el privilegio…y otros que prefieren cualquier época del año a la estival para bajar las revoluciones y parar. Yo también me despido por unas semanas, me doy un descanso para renovar fuerzas…porque creo que hay que saber tomarse un respiro y oxigenarse de vez en cuando. Por lo tanto…antes de nada me queda deseados a todos lo mejor, tanto si estáis de vacaciones como si seguís trabajando…¡lo mejor para todos! Permitirme que os cuente una anécdota que me sucedió hace poco y me hizo pensar...

En una de esas tertulias con café y sabor a despedida escucho un comentario…y me pica tremendamente la curiosidad. Así que me dispongo a afinar bien mi oído…para seguir absorbiendo información…que proviene de una mujer…muy bien arreglada y vestida, impecablemente maquillada y que tiene a sus compañeros de mesa atentos a lo que ella explica con absoluto convencimiento. Habla del glamour…del resort donde se desplazará con su familia…que no es cualquier cosa…y que los obliga a tener que “dar la talla” y vestir a la última moda…y cuidar hasta el más mínimo detalle de su presencia para poder estar a la altura. Glamour…glamour…glamour…Reconozco que me he quedado con la palabrita en cuestión…Destinos con glamour, playas con glamour, celebrities con glamour…hasta se puede leer que existen “escuelas con glamour”.

Glamour o glamur…¿cómo la escribiría aquella mujer del café? Una palabra que pertenece a un anglicismo…que a su vez proviene de una voz francesa y que hace referencia a objetos y materiales que se ven extraordinarios y que sobresalen de su entorno…aquello que destila belleza y elegancia…el encanto sensual que fascina…asociado habitualmente al lujo y refinamiento…atractivo, hechizo y fascinación. Quizás el glamour sea una característica que otorgamos a aquellos seres humanos que despiertan en nosotros cierto nivel de atracción…una característica adquirida de manera externa…obsequiada por los demás. Nada que ver con la elegancia que...según Honorè de Balzac no consiste en el traje, sino en el modo de llevarlo. Coco Chanel, maestra aparente del glamour, nos dice que…la simplicidad es la clave de la verdadera elegancia…virtud interna…una mezcla de distinción, naturalidad, esmero, sencillez y color. Por lo tanto...los demás no pueden hacerme elegante…la elegancia no entiende de dinero, no se desvanece…el estilo y la elegancia no se compran…es la forma en la que actuamos, nos movemos y hablamos…es espontaneidad, ser genuino, es algo que jamás se pasa de moda, ni entiende de pasarelas…consiste como dice Giorgio Armani en ser recordado…la elegancia emocional está en la actitud.

Pero…¿qué es ser elegante en términos emocionales? ¿cómo se muestra esa clase, ese estilo innato que nace desde adentro? Elegante viene del latín “elegiré”, elegir, cualidad que los humanos poseemos. Pero…¿elegimos siempre “lo mejor”? ¿Vivimos para elegir o elegimos para vivir? O…¿elegimos vivir?

Entiendo que...

ser elegante es no dejarse dominar por la envidia…que a su vez es un hambre espiritual que muerde y no come…que muestra lo infelices que nos sentimos y el exceso de atención que llegamos a prestar a lo que hacen o dejan de hacer los demás…uno de los peores males de nuestra sociedad…que no nos deja vivir ni en paz, ni en armonía con nosotros mismos ni con quienes nos rodean...

ser elegante es no depender de la aprobación de los demás, es no necesitarla porque somos capaces de mirarnos al espejo y decir en voz alta…”tú vales porque tú lo dices”…es darte a valer como ser humano por lo que eres…no por lo que tienes…es entender que curiosamente cuanto más se ES más se TIENE y que no debemos esforzarnos por gustar a los demás, si antes no nos hemos decidido a gustarnos a nosotros mismos…además, tampoco tenemos que gustar a todo el mundo...

ser elegante es poder explicar a algún hijo que en verano no podrá ir al extranjero como todos sus amigos a estudiar Inglés porque la economía familiar está atravesando un mal momento…y ayudar a ese hijo a comprender que no debe sentirse inferior a los demás…ser elegante es ser conocedor de las propias limitaciones…físicas, económicas o intelectuales y aceptarlas…aceptar en medio de la desnudez de la sinceridad que a veces las cosas no son como se esperaban…porque la felicidad no va de la mano con la posesión ni la adquisición de valores materiales…

...ser elegante es no importarte si las sandalias que usas son del año anterior…o las botas que vas a usar en invierno llevan una puntera pasada de moda…es saber que no necesitas llenar el armario para quererte a ti mismo…ni necesitas que te miren con admiración por llevar un último diseño…porque hasta la misma moda se pasa de moda…y curiosamente de todo lo que llevamos puesto lo único que no caduca ni se pasa de moda es la sonrisa que irradiamos cuando somos capaces de ser agradecidos por todo lo que ya poseemos...

ser elegante es luchar por tus ideales y valores…respetando los ideales de los demás…construyendo puentes de entendimiento con la raza humana…conociéndonos y comprendiéndonos para poder así conocer y comprender a los demás, cuidando al mismo nuestras relaciones para regar de calidad nuestra vida, luchando por transmitir y comunicar…abrazando la diversidad de opinión…y no deseando sacar ventaja sobre los demás

ser elegante es saber que pocas cosas son perennes y algunas caducas…que presenciar principios y finales es parte de la vida, que todo día empieza y acaba y nos enseña que ya no se puede volver a recuperar si no se ha sabido aprovechar al máximo…es no agarrarnos a clavos ardiendo para poder sobrevivir, sino seguir caminando hasta desgastarnos las suelas de las zapatillas…porque agarrarse es quedarse inmovilizado y condenarse a no avanzar ni para dentro ni para afuera...

ser elegante es atreverse a vivir y desquitarse de barreras y muros que a veces existen en nuestra imaginación…es morder la vida y saborearla…es arriesgarse a decidir y buscar sentido a los latidos del corazón, ya que uno no muere cuando su músculo motor deja de latir, sino cuando los latidos ya no encuentran el sentido de la vida…es hacer lo que debemos hacer, buscando siempre el equilibrio y la armonía…es saber que muchas veces, lo mejor en la vida no se planea…sino que sucede...

...ser elegante es esperar una puesta de sol en la playa…con los pies hundidos en la arena…y disfrutar de ella como si fuera el manjar más exquisito…respirar y dar las gracias por tener la oportunidad de poder ser testigos de semejante espectáculo natural que no entiende de entradas bajo pago...

…y un sin fin de cosas más que podríamos añadir a esta lista que seguro podéis engrosar buscando esa elegancia que lleváis dentro…porque sinceramente creo...que

ahí está en algún recoveco...la capacidad genuina que todos poseemos para ser elegantes en la vida.