lunes, 29 de junio de 2015

Siéntete... Siénteme



Cuántas veces al cabo de la vida preguntamos un “¿qué tal?”...y cuantas veces tenemos que responder nosotros a esta misma pregunta. “Tirando”…decía una señora que me encontré el otro día en una tienda, “¡qué quieres que te diga!” seguía para terminar de responder a quien le preguntaba…¿Tirando de qué…tirando del carro? ”Bien" dicen otros…cuando probablemente no sea del todo cierto…o ”mal" escuchamos decir a algunos…si bien es casi seguro que no en todos los casos se sienten tan mal como quieren hacer creer…Lo que me cuesta escuchar es el famoso "sin más” que muchas veces utilizan los niños…y me pregunto…¿qué significa? ¿quiere decir que ni fú ni fá? ¿que ni sienten ni padecen o ni saben lo que sienten? Hace bien poco les pregunté qué significaban para ellos esas dos palabras…no supieron qué responder, tan sólo pudieron elevar sus hombros haciéndome entender que ni siquiera tenía un significado real para ellos. Es la manera que han escogido para expresar…nada.

Esto me recuerda a una frase de José Ortega y Gasset…"Que no sabemos lo que nos pasa: eso es lo que nos pasa”. ¡Vaya tela! Esto es un real problema…y mayor será cuanto más tratemos de ignorar lo que nos pasa…porque lo que sí es seguro es que tenemos diferentes marchas y velocidades…no somos planos. Los sentimientos y emociones son parte de la vida y no deberíamos encerrarlos bajo llave.

En todo caso te propongo una especie de juego. La próxima vez que te pregunten…tómate un tiempo si quieres...para responder. “ Bueno…me embarga la tristeza porque las cosas no van bien en el trabajo, aunque a veces siento alegría porque por lo menos sigo conservando mi puesto y cobrando un salario a fin de mes…siento rabia cuando mi hijo adolescente me responde muy malamente pero al mismo tiempo me siento perezoso para ponerlo en su sitio...ya que pienso que se calmará solito y sin que yo intervenga”. Fíjate bien en la cara que pone quien te lo pregunta. Puede que tu respuesta real de lo que sientes no sea atendida…entonces verás si realmente le interesa a la otra persona saber “cómo te sientes”. También puede suceder de que lo que tú plasmes con tus palabras sea el inicio de un gran intercambio interpersonal. ¡Haz la prueba…no pierdes nada! Tal vez esa misma persona jamás te vuelva a preguntar. Con ese comportamiento te darás cuenta de muchas cosas. Porque preguntar…preguntamos muy fácil y responder también. ¿Lo hacemos con verdadero interés…esperando que nos digan la verdad? ¿Es una pregunta de cortesía? 

¿Sabes? Creo que preguntar a alguien cómo se siente no es preguntar cualquier cosa…tampoco es fácil respondernos a nosotros mismos si nos hacemos la pregunta. Pero lo que sí es realmente importante es que si somos capaces de poner etiquetas a nuestros sentimientos…seguro que podremos controlarlos mucho mejor. Sin duda es el único camino para saber cómo debemos actúar y comprender el por qué de ciertos comportamientos ajenos. Quizás debamos ampliar nuestro vocabulario de sentimientos. Si hablamos de ellos…aprenderemos a identificarlos y expresarlos.

Muchas veces confundimos SENTIMIENTOS con EMOCIONES. Los sentimientos son al fin y al cabo el resultado de las emociones…el sentir está relacionado a un estado de ánimo afectivo, muchas veces de larga duración, que se manifiesta en nosotros y los demás, como consecuencia de las emociones que en definitiva están asociadas al temperamento, la personalidad y motivación de las personas.

Dice Jose Antonio Marina en su libro “Diccionario de los Sentimientos” que somos inteligencias emocionales y que los sentimientos son el centro de nuestro ser. Si son lo más personal de nosotros…deben ser entonces de vital importancia para nuestra convivencia. 

A mi me gusta asociar la palabra emoción a "e-motion”, MOVIMIENTO…y voy a tratar de explicarte por qué. Las emociones siempre se producen cuando nuestra mente percibe, obtiene una información…pero el hecho es que todas las emociones producen deseos, que a su vez nos invitan a la acción. Queremos satisfacer ese deseo y por lo tanto debemos actuar. Recuerda que no hacer nada también es actuar. Depende de cómo resolvamos la situación…podemos llegar a la satisfacción o a la frustración. Contrariamente a lo que muchos piensan y dicen, creo que no hay emociones buenas ni malas. Las emociones son neutras. Cada una de ellas hace su trabajo y no debe ser ni ignorada ni tapada. Te lo voy a explicar, ya que para mi fue un gran descubrimiento.

Me gustaría que imagines que es viernes por la tarde. El reloj marca la hora de salida del trabajo…y tu mente percibe que estás liberado de obligaciones laborales…por lo que tu emoción en ese momento se traduce en ALEGRÍA. El DESEO que se manifiesta en ti es en el de salir a tomar algo con tus amigos. La alegría está para ser compartida y te dispones a llamar al grupo con el que habitualmente sales. Resulta que cada uno de tus amigos tiene algún otro plan esa tarde…unos se han comprometido a hacer compras con la familia, otros tienen otro tipo de compromisos que deben atender y todas tus llamadas telefónicas no dan el resultado que esperabas. Te sientes frustrado por no poder compartir tu alegría y te quedas en casa ya que no tienes a nadie con quien salir. Dime cuál es la emoción inmediata a esta…puede que sea la tristeza o a lo mejor el enfado. Tu emoción inicial de alegría se apaga para dar paso a otra emoción que producirá en ti otro deseo...que a su vez te llamará a la acción. Podrías salir solo y ver si encuentras a alguien conocido con quien pasar un rato. Si lo consigues…esa emoción de tristeza se tornará en alegría otra vez y bla, bla, bla...

De la misma manera, puedes percibir una situación que entiendes como injusta, al notar que alguien se está apoyando demasiado en ti…Alguien que no asume ninguna responsabilidad y carga todo sobre ti…que eres el pilar. Bastante tienes con sujetarte tú como para que se te echen encima…y con el peso de otro pilar sobre el tuyo…ves que te estás dejando torcer. Es una situación injusta para ti y esto te produce la emoción de la rabia. El deseo principal es el de querer enderezarte a ti mismo…antes de caer. Es una situación insostenible que debes resolver. ¿Acaso la rabia no podría ser el motor necesario para que puedas poner fin a lo que está sucediendo con tu vida? ¿Y no es precisamente eso lo que deberías hacer? ¿Sería incorrecto aprovechar esa rabia para resolver tu problema e intentar hacerlo de manera satisfactoria? 

No hablemos por tanto de emociones negativas o positivas…sino de a dónde nos conducen las acciones que ejecutamos para colmar los deseos que esas producen en nosotros.

No entiendo por qué asumimos que estar triste es negativo…ya que hasta la misma tristeza puede ayudarnos a equilibrarnos, a centrarnos…puede ayudarnos a llevar un proceso de duelo, solitario e introspectivo…que nos ayude a centrarnos en nosotros mismos y nos permita aceptar cualquier cosa que nos haya sucedido.

El tema es que pasamos de una emoción a otra a lo largo del día…vivimos sensaciones de muy variado tipo y siempre están presentes en nosotros. Darte cuenta de cuál es tu repertorio emocional te hará emocionalmente inteligente. Habla de tus emociones y compártelas con los demás…anima a tus hijos, amigos o compañeros a que lo hagan también. Recibe con respeto lo que los demás quieren compartir contigo. Acepta la emoción que estés sintiendo, es tuya y te pertenece…no te prohibas vivirla…ni intentes que la dejen de vivir los demás. Frases como “no debes enfadarte”, “no estés triste”, “es malo tener miedo…los niños grandes no lloran” no ayudan a nadie. Legitima las emociones…Legitima las emociones de los demás y hazlo con absoluta naturalidad. Pero siempre regula tus emociones y ayúdate a ti mismo para buscar dar la mejor respuesta ante lo que debas resolver. Seguro que la vas a encontrar.

Y ahora dime…¿cómo te sientes?


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